domingo, 14 de octubre de 2012

Septiembre


Septiembre
Por Angelo Magaña Suazo
(Cad. II A.E.)


Ya es primavera y se vive un ambiente “chilenizado” por los volantines, grupos  de amigos, humo de asados y música propia del folclor criollo.
La sed, el calor y el cansancio, los “ejercicios escuela”, el paso regular, los retos de mi comandante de compañía, revistas preparatorias, más paso regular…
Ya van dos años en que esta fecha se ha tornado para mí y mis compañeros  algo completamente diferente a cómo vivíamos y comprendíamos esta  época del año, tan especial para los nativos de  esta tierra llamada Chile, puesto que para el militar, esta época  significa un gran sacrificio tanto físico como mental.
Me encuentro firme ante la tribuna de honor del Parque O’Higgins junto a mi unidad de formación. Detrás de mí, logro escuchar a la gente disfrutando de un día despejado y celeste, en compañía de sus seres queridos.  Juegan en el parque con los niños, luchan entre ellos por lograr la supremacía de sus volantines en el cielo,  ríen y bailan al son de una buena cueca chilena .
Mis amigos patean la perra, al igual que yo,  a causa de ese despiadado casco que presiona nuestros cráneos y que parece horno. No sé en qué pensaron los antiguos prusianos. ¿Acaso no se querían a ellos mismos? Al mismo tiempo el sol golpea nuestras mejillas y la rodilla empieza a joder por el desgaste de la semana de preparaciones recién pasada.
Es impresionante el número de ventrílocuos profesionales que podrían salir de las filas de la Escuela Militar. La gente no lo nota, pero todo aquel que ha vivido las formaciones de este Alcázar y que pertenece a él, sabe que dentro de esa compañía de formación estoica que la gente ve, recorren todo tipo de comentarios y recordatorios entre los cadetes y sub-Alféreces. “Ahora se siguen las vistas”, “mira esa mina…” “¿ese es tu papá?”, “ya queda poco”, etc.  Y todo esto con la vista al frente y sin mover la boca.
-“¿Qué le pasa a Muñoz?” – preguntó un cadete de la tercera escuadra.
-“Se siente mal, dice que el pan con jamón y queso que nos dieron le jodió la guata” – respondió el cadete que se encontraba al otro lado de Muñoz
-“Oye viejo, ¿queri’ vomitar? - Pregunta el primer cadete a Muñoz.
Luego de esto seguí escuchando susurros pero ya no lograba entender lo que decían. Supuse que algo se les iba a ocurrir y sentí lástima por el mal momento de mi compañero, aunque no pude evitar pensar que siempre hay un compadre más jodido que uno.
Independientemente de  los pormenores , hay algo que me hace parecer distinto a toda la gente que muy merecidamente disfruta de su día libre. Frente a mi flamea el tricolor más hermoso  de todos y  los cadetes lo llevan en el corazón y dentro de su guerrera azul. Presentarme frente a ella en nuestra tenida más elegante me llena de orgullo. Más aun cuando en marcha de calle vamos viendo  el rostro de la gente, de nuestros familiares que nos graban con sus cámaras y nos fotografían. Lanzan gritos de aliento hacia nosotros y nos agradecen lo que hacemos. “Esa es la paga del militar que siente la vocación de servicio a la sociedad, el que no se emocione con  esto, caballeros, se equivocó de lugar”, suele decirnos mi capitán.
Frente a la ciudadanía, puedo decir esto porque soy testigo y participante a la vez, no solo se le erizan los pelos a mis compañeros, sino que lagrimas de emoción brotan de sus ojos y sus rostros reflejan el sentimiento de verse pagados por el cariño de la gente. Y la pateadura de perra colectiva se desvanece gracias a eso.
Quizás seamos muy jóvenes para hablar de patriotismo y llenarnos la boca de frases inmortalizadas en bronce que tanto les gusta a los viejos repetir. Pero si hay algo que me queda claro, es que si hay un momento en donde nace el patriotismo, es cuando una persona lo entrega todo por sus pares sin un pensamiento de retribución alguna, y lo hace pensando en el bien colectivo, en la empatía. Personalmente, entiendo la Parada Militar de esta forma. Sé que hay gente que vibra viendo a los soldados de su patria mostrarse ante ellos con la disciplina impecable que siempre ha tenido las fuerzas armadas de Chile y que nuestras familias esperan, con más ansias que nosotros, vernos desfilar en esa tribuna de honor donde miles de soldados de antaño y presente han pasado, y seguirán pasando.
Entonces mientras sigo firme viendo la montaña rusa del parque de diversiones que tengo al frente, intento concentrarme en no patear la perra, disfrutar el momento dentro de lo que se pueda y en entregar todo en este 19 de septiembre.

sábado, 13 de octubre de 2012

Una Noche


Una Noche
Por Ricardo Moena Rojas 
(Cad. II A.E)


 Caminaba observando   las estrellas. Me detuve y miré mi reloj: faltaban 2 horas para mi relevo. De pronto,  se escucharon sonidos extraños por una esquina. Rápidamente con mi compañero corrimos al lugar pero no encontramos nada, tal vez había sido uno de esos conejos que son muy comunes en este lugar. Continuamos nuestro recorrido, la noche era cálida, lo que nos permitía tener mayor movilidad pues estábamos  menos abrigados. Caminamos 20 minutos hasta que nos detuvimos en el cerro de la gloria.   Es un hermoso lugar que tiene una cancha de entrenamiento muy sofisticada. Me quedé observando la instalación. Me impresionaban  las imponentes  torres de salto. Me imaginaba el coraje que tenían que  tener los soldados  para saltar  pues  si lo hacían mal,  la caída podía ser mortal. Mientras  que terminaba de contemplar el paisaje, sentí una extraña sensación: algo sucedía a mí alrededor, algo no estaba bien  y no sabía cómo explicarlo. Inmediatamente corrí al patio central, “El Alpatacal “.  Es de costumbre reunirse ahí cuando ocurren desastres. Cuando llegué percibí  una sombra negra, era  un hombre robusto  con  un capote y   un casco prusiano.
Le grite: ¡Alto! , ¿Quién vive?
No me respondió.
 Levante mi voz por segunda vez; la sombra  golpeó su sable de cabeza de león contra el suelo. Esto me espantó y comencé a correr otra vez pero en dirección al pasillo del batallón. Al abrir  la puerta me encontré con un cadete en pijama. Este me dijo: ¿de quién  huyes?
 Le respondí: del alférez de servicio, creo que me está siguiendo. El cadete en pijama me dijo: sígueme yo te sacaré de esta.
Lo seguí. El cadete  subió las escaleras de la 1° compañía,  abrió una puerta, desde el umbral de la puerta  se podía ver  las escaleras sumergiéndose  en la oscuridad. El cadete comenzó a bajar, yo lo acompañé. De pronto todo era oscuro. Mientras bajábamos le pregunte su nombre, este me respondió: soy el Cadete Perry.
Llegamos a las bases de la escuela, había paredes con inscripciones y signos, el ambiente era muy húmedo, me encontraba con charcos cada 3 pasos y el techo del subterráneo estaba con cubierto por enredaderas. Le pregunté al cadete:
¿A dónde vamos? 
Él me respondió: A protegernos de los bombardeos.
En ese momento deje de caminar, fue  demasiado rara su respuesta  ¿Quién era realmente ese cadete, que nunca había visto antes?
Le dije: ¡Alto! Y le apunté con el fusil.
El cadete  siguió caminando  y al llegar a una muralla  desapareció.
Quede inmóvil, no me explicaba quien podía ser. Corrí devuelta por el camino  y después por las  escaleras, hasta llegar a la salida que daba en el patio principal. Al llegar, lo primero que vi fue una placa, la placa del Alpatacal que tenía muchos nombres inscritos, ahí en el segundo decía:
Cadete Perry,  muerto en 1929 en una tragedia ferroviaria.
 Después de eso, una luz comenzó atravesar la gigantesca placa y comencé a ver un faro muy grande.
"Cadete,  Cadete, Cadete"  me decían mientras trataba de mirar bien el faro, de pronto giro mi cabeza hacia la derecha y estaba el oficial de guardia.
 Me grita: Como se queda dormido de guardia cadete. ¿Cómo es posible?
¡Esta de servicio!
Con mi cabeza aún dando vueltas, le respondí: ¡El Cadete Perry, mi teniente!



Una Mesa y Cinco Hombres

Una mesa y cinco hombres
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A.E)

Solo había una mesa y cinco hombres. El primero de ellos, con una maleta en la mano, dijo:
- Lo importante en una sociedad es su sistema económico. Si tenemos un buen sistema, podremos controlar la inflación, el desempleo, la tasa de interés. Por lo tanto, debemos darle más importancia a los factores productivos, el precio, la demanda y la oferta…

De pronto, un segundo hombre, ahora con la Constitución Política de la República bajo el brazo, frunció el ceño e interrumpió:
- Tú estás profundamente equivocado. Lo fundamental en una sociedad son sus leyes, que representan los ideales irrenunciables de la forma en la cual deseamos vivir. La economía debe subordinarse a las leyes y las leyes deben gobernar al mundo.

En seguida, un hombre de terno y una franja tricolor que le atravesaba el tren superior de su cuerpo, se levantó furioso y expuso:
- Ambos están errados. La política debe gobernar a la sociedad, porque la política representa los sueños y necesidades de las sociedades, es por esta razón que la política crea las leyes y aplica la economía.

Una vez terminada su elocución, se produjo un silencio sepulcral. Pero un hombre vestido de negro, con un crucifijo en la palma de su mano, miró al resto de las personas de la mesa y replicó:
- La religión debe gobernar la sociedad. Porque es el único código moral que regula el correcto comportamiento entre los integrantes de una comunidad. Sin religión todo sería caos, anarquía y depravación.

Todos miraron al quinto hombre, esperando que también interviniera. Era de aspecto sencillo y humilde. Hasta que de pronto se levantó de su silla y dijo:
- La sociedad debe ser gobernada por las personas.

Se sentó. Todos se miraron. Reinaba un silencio absoluto. Nadie se atrevió a rebatir esa idea.

domingo, 2 de septiembre de 2012

La Eternidad que existe en el lapso de un segundo


La Eternidad que existe en el lapso de un segundo.
Por Alfredo Martinez Hidalgo
(Cad. II A.E.)


Tenía miedo, pero ya se había disparado. ¿Servía lamentarse ahora? Es por eso, que sentía que todo sería un sueño infinito. Debe ser por eso que sudaba mucho y su corazón latía a mil por ciento, en el momento previo a apretar el gatillo sobre su cabeza.
Cuando se encerró en el baño, solo pensaba en terminar con su vida. Sin duda, el alcohol y las anfetas que corrían por sus venas, habían ayudado a tomar su decisión. Él sabía que no podía escapar y que los policías lo estaban buscando. La venta de narcóticos es un crimen grave y generalmente, estos crímenes se pagan con la muerte. Los policías estaban afuera del baño y le gritaban que se rindiera. Sinceramente creo que lo mejor era rendirse. Pero tomaste otra decisión.
El gatillo ya estaba jalado y de a poco ese mundito de plomo se introducía en su cabeza y perforaba cada molécula de carne y hueso que encontraba a su paso. Sin embargo, se demoraba tanto en atravesar el cerebro, que ese segundo era una eternidad.
-¡Mama! Cuando sea grande seré presiente- decía uno de sus recuerdos de infancia.
- Gracias Eva, por este hijo que me has dado – decía cuando nació su único hijo.
-  Esta será la única vez, que venda tu maldita mercancía. Si lo hago, es porque mi señora y yo estamos sin trabajo y el niño tiene que comer también. Pero quiero que te quede bien claro que esto lo hago por necesidad. No soy un criminal como tú -dijiste cuando aceptaste ese trabajo que hoy te llevaba a una muerte, que no acababa nunca de llegar.
Recordó su primer beso con esa desconocida. Recordó esa corbata que su hijo le regaló para el último día del padre. Recordó ese beso rutinario, y que sería el último, antes de llegar acá. Simplemente dijiste:
 – Mi amor, voy a la oficina y a las seis estoy de vuelta. 
Es triste darse cuenta que no volverás.
El cerebro estaba siendo perforado, cuando alcanzó a decir “Perdón”, mientras una lágrima caía por sus ojos y los policías abrían la puerta, en cámara lenta.
Su cuerpo estirado, ya sin vida, en la mano derecha un revólver y en la mano izquierda la foto de su familia, eran testigo de la relatividad del tiempo. Los policías atestiguaron que el suicidio fue muy rápido. Dijeron que solo un segundo después de encerrarse en el baño, se disparó. Para él, ese segundo fue la eternidad. Desfiló toda su vida por su cabeza, y sus culpas no lo dejaban morir. Esa foto familiar era testigo que no existe lapso más eterno que el lapso de un segundo.

sábado, 4 de agosto de 2012

Psico-fóbia


Psico-fóbia
Por Angelo Magaña Suazo
(CAD. II A.E)

En la soledad de las profundidades se esconde un extraño ser. Mitad monstruo, mitad humano. Observa y examina su entorno y no experimenta miedo alguno a la hora de elegir su víctima.
Él no conoce la compasión, ni la delicadeza, ni la sobriedad, ni mucho menos la empatía cuando realiza sus actos.
Él está colmado de ira y rabia, de desdicha y rencor.
Él no tiene miedo a matar, es más, incluso le es indiferente.
Matar a ese indefenso ser y luego esconderlo minuciosamente para evitar pruebas que lo culpen.
Matar a ese otro ser que tanto lo amó durante años y al cuál le prometió un amor eterno en el altar... pero ella terminó  dentro de un cajón en las profundidades del lago de la familia.
Y por ultimo, asesinar a la persona que le dio la vida, lo vio crecer y le brindó su cariño y su propia vida.
Sin embargo él sigue ahí, y no parece estar en absoluto  arrepentido. Si la esquizofrenia y la droga no existieran, esto no se podría explicar sin  mencionar al diablo.
El ser humano es tan manipulable y tan vulnerable por las sustancias terrenales que es capaz de cometer los actos más ruines y macabros, tan horrorosos  que ni la mente los puede imaginar.
Sin embargo él sigue ahí, con su chaleco de fuerza en su habitación acolchada.
A veces  suele gritarle a Dios y otras veces le  grita a Satán. Si la droga no existiese nada de esto hubiera ocurrido.
Yo que tengo que resignarme  a tratar con él… Aun siento  miedo,  cuando pienso en  lo que  le hizo a su familia.
Sin embargo él sigue ahí, en la soledad y la profundidad de su habitación.
Pero no tengo  por qué quejarme, después de todo, fue mi elección trabajar en este siquiátrico.


lunes, 30 de julio de 2012

¿Quién no ha sido un Dios?


¿Quién no ha sido un Dios?
por Christian Zincker Muñoz
(S.A. IV A.E) 

Solía despertar por las mañanas y lo primero que se me venía a la mente era ¿quién soy? A medida que iba asimilando la realidad después de largas horas de vivir en mis sueños... A veces pensaba que en ellos se vivía mejor... pero siempre  pensando en mi mismo, sin haberme dado cuenta que en mi propia realidad había gente que se encargaba de darme todo lo que quisiera, ellos eran mis seres amados...
Hoy caminando por la calle me dije a mi mismo... he sido  importante para esas personas... y ellos para mi?... yo solamente me he dedicado a satisfacer mis necesidades y caprichos egoístas inclusive a costa del resto... y la única vez que si sentí que era como un Dios para Alguien... jugué a que el universo era mió... y podía hacer lo que quisiera con él, me equivoque... y ahora me doy cuenta que me quede sin universo, al igual como un rey se queda sin reino..., sé que esa persona que me convirtió en un "Dios por un tiempo" jamás leerá esto... pero quiero darle las gracias, por enseñarme lo que fue el amor verdadero, aunque ya sea demasiado tarde, me dejo la lección de que no se juega con el amor...

El Ángel Perdido


El Ángel Perdido
por Christian Zincker Muñoz
(S.A. IV A.E) 


Durante toda una vida la busque, pues había nacido amándola… buscaba sus ojos, su boca, su corazón, queriéndola encontrar con el alma, en miles de lugares incansable busque, recorriendo por cientos de parques, centros comerciales, calles, playas, eventos y un sin fin de lugares que podría numerar eternamente… yo sabía que estaba ahí escondida pero que solo la encontraría buscándola… cansado de tanto despecho.
Domingo diecisiete de Enero, y me he decidido ir a misa, me ubique de pie en el costado derecho… Tercera fila, costado izquierdo  y ahí estaba ella…
Tan frágil como una flor… Era un sueño, una utopía… Estaba desconcertado…
Sus ojos parecían dos estrellas gigantes reflejadas en el más hermoso verde manantial,
Su cabello tan dorado como el sol y su cuerpo esculpido por el mismo Dios, era perfecta, era maravillosa, era un ángel que a mi vista llegaba a ser perturbador…
Dudé de la realidad, dudé de quién era yo, me acerqué a ese ángel perdido que quise desde que apareció… Se estremeció mi alma y se paralizó mi corazón, ¿Cómo blasfemar contra una criatura de Dios? Sentí que no debía estar ahí, y decidí despertar de mi sueño hecho realidad… arrancándome el corazón,  y siguiendo como si nunca hubiese pasado nada, con la vista en alto y arrepintiéndome por el resto de mis vidas esperando que Dios me pinte nuevamente esa oportunidad día a día…

martes, 26 de junio de 2012

Renascentia Lapsu Mundi


Renascentia lapsu mundi
Por Gustavo Castro T.
(Cad. II A.E)


En la montaña se ocultan aquellas cosas que el hombre quiso olvidar,
En el precipicio del mundo están las almas de aquellos que no quisieron ser
olvidados,
Y en el bosque esconde a los que perdieron el rumbo de su vida
Que caminan eternamente sin encontrar la salida de la lúgubre tumba de vida,
El mar está inquieto
Y en el yacen las esperanzas de los que algún día soñaron con la luz
Cubriendo de lágrimas el manto azul que las aguarda,
Se acerca el final y se respira el profundo frio de la muerte,
Se siente el aire, se sienten las suplicas de los que viven en la tierra
Y, como el sol, degasta la razón del hombre
Desencadenando el calcinamiento de su espíritu
Reconstruyendo el mundo
Liberándolo del caos de la Humanidad.

lunes, 25 de junio de 2012

Chryphothermis

 
Por Ángelo Magaña S.
(Cad. II A.E)


Recorro cada uno de estos pasillos vislumbrando débilmente sombras que pasan a mí alrededor, escrutando cada una de las salas sin rumbo alguno. Examinando, palpando… ¡Que difícil es hallar en la oscuridad!. Más aún cuando lo que se busca es algo de lo que ni una misma está segura de encontrar. Sin embargo, dentro de mi ser, está el afán de seguir adelante, algo así como una voz prometiéndome que si busco, encontraré.

Entre esquinas veo una posible salida a mi incertidumbre, puede ser que poco a poco me acerco un paso más a mi verdad. Mientras doy movimientos torpes, de a poco voy sintiéndome más propia de lo que estoy a punto de alcanzar.En este momento, el sitio parece irradiar otro aspecto, un aspecto mucho mas limpio y claro a lo que ya estaba acostumbrada a ver. Logro divisar polvo suspendido en el aire debido a unos halos de luz provenientes de una ventana que hace parecer al lugar oscuro y lúgubre. Sé que queda muy poco para llegar a mi destino…a mi verdad.Llegando a la ventana veo algo increíble, ¡por fin! ¡por fin he encontrado lo que tanto buscaba, la escapatoria a mi desolación!¡OH pobre de mí que siempre tuve la felicidad al alcancé de mí y nunca tuve la capacidad de verla!… Esa luz que tan bella la podía divisar tras esos centímetros de cristal, como el ángel que cae del cielo para levantarte de tu más grande caída. Y estaba allí, a muy poca distancia de la mía. Me decido a llegar hacia ella golpeando duramente el cristal con mi débil cuerpo para poder romperlo y así llegar a mi salvación, por más que intento no logro. Caigo rendida al piso y mil pensamientos se vienen a mi cabeza. Pienso: ¡Tanto esfuerzo para nada! Reúno fuerzas para dar el último intento y con toda mi adrenalina de pronto me hallo fuera de ese laberinto claustrofóbico.Con excitación me dirijo a mi propio vicio y por fin lo tengo frente a mí sin ningún obstáculo aparente.Disfruto el momento… ese placer de estar por fin con lo que tanto ansié.Todo parecía estar increíblemente bien hasta que de pronto, un tormentoso dolor apaga mi sistema nervioso y caigo atronadoramente en un sueño sin fin en el cuál por algún motivo sentí que ansiaba desesperadamente…creo que encontré mi solución...
Al otro día cerrando lo poco abierta que estaba la ventana de la casa el hombre se encuentra con un montón de restos de polillas caídas por la trampa de insectos…

Pudriéndonos

Pudriéndonos
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A.E)

Creo que no es fácil darte cuenta de que estamos solos, pero siendo sincero, te darás cuenta que, si estás o no, si vuelves o no, si mueres o no, será únicamente un dato anecdótico para una sociedad tan superficial y desechable. Pero esa es la vida que nos tocó vivir  y aunque en muchos aspectos pasemos invisibles, en un mundo que se asombra con estupideces y escucha a imbéciles, que dicen ideas repetidas recibidas de algún programa de televisión, está es la vida que debemos vivir. Sé cómo te sientes en las noches, sé cómo duermes, lo que comes, tu forma de pensar y de expresarte, pero no podemos victimizarnos por estas circunstancias, que deben ser parte de las habilidades que algunos tienen y otros deseamos tener. Pero recuerda, que ante todo debes ser sincero: la soledad nos está pudriendo.

De un giro

De un giro
Por Ricardo Moena Rojas .
(Cad. II A.E.)

El sol golpeó mi rostro, lentamente abrí los ojos y unos veloces rayos de luz me cegaron.
Me causaron gran molestia y comencé a buscar protección conrtra tan desagradable sensación de aflicción y calor.
Bajo la imponente sombra de un pino, pude observar mi alrededor: un hermosa jungla  de frondosa vegetación me rodeaba, unas hermosas nubes adornaban el paisaje y uno que otro animal jugueteaba en los alrededores.
 Mi primera impresión fue de asombro, tan majestuoso era el lugar, pero en ese momento me pregunté: ¿qué hacía allí?
Durante mucho tiempo no encontré respuesta alguna.

 De pronto me comencé a sentir sueño, el cuerpo me pesaba cada vez más sólo un fuerte olor logró distraer mi atención. Solamente desapareció cuando de un solo mordisco desapareció en mi boca.
 No comprendía tal  comportamiento tan salvaje en mi, de pronto observe mi manos, estas eran mas largas y con uñas negras.

Una profunda sensación de confusión me invadió, tenia una cola muy larga, pelaje corto.
Tras pasar por un charco me pude observar, parecía un mono. De pronto los recuerdos volvieron a mí…
La noche anterior padecía en mi cama una grave enfermedad, mis hijos ya casados, y mis nietos con sus hijos, nadie se preocupaba por mí. Pasé mis últimas horas en una profunda soledad que me quebró el alma. En ese momento de agonía comencé a reflexionar, ¿Fui muy duro con mis hijos?  ¿Por qué tanto desprecio por un anciano?
Sin duda la vida me dio a tomar mi último trago amargo, una vida entera en soledad
Me había convertido en un “mico de noche”.

Dios Helio

Dios Helio
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A. E) 

Era un cielo rojo, en las tierras de Marte, dominado por la sangre vertida en las tierras desérticas. Ya no había agua. Ya no había esperanza.  Solo quedaban vestigios de guerras pasadas y mucho acero oxidado. Recuerdo que el sol me quemaba y ella invocaba a dios Helio, para que terminara con este purgatorio infernal. Nuestros padres habían muerto en la última guerra, y solo quedábamos los dos.  Ella rezaba con fuerza, mientras yo la acompañaba. Estábamos en el templo de Helio. En tanto, sentíamos la muerte:

-          Pero es que el sol me quema y ya no queda tiempo para escapar!- yo le decía.
-           Sálvate! Sálvate y sálvame! - gritaba ella.

Ya estábamos perdidos. Volvimos a ser tierra de Marte.

El Loco

El Loco
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A.E)  


Todos decían que estaba loco. Más que loco, yo siempre pensé que normal, no era. Él era hijo de un carpintero del pueblo y desde temprana edad, se mostró algo misterioso. Realmente nadie sabía cómo se llamaba, pero todos los conocíamos porque eternamente estaba deambulando por las callecitas del pueblo, hablando a los vagabundos y dando consuelo a las prostitutas. Mi madre constantemente me decía, que ella pensaba que  este joven era narcotraficante, porque no se le conocía trabajo, pero a toda hora tenía un pan para cualquiera que viera en la calle. Sin embargo, él siempre estaba con la misma ropa y un mal afeitado, esto  hacia que sintiéramos rechazo por él. Era tan poco urbano.  Todo el tiempo con la ropa sucia.  Pero había algo en él, que yo envidiaba: se paraba pachorriento en la plaza o afuera de la iglesia y hablaba contra la desigualdad. Nos decía que la riqueza era absurda, y que la única guerra que debíamos pelear era contra la pobreza, el hambre y la injusticia.
 Un día, una señora, que salía de la misa, lo increpó en una de sus charlas públicas en la plaza.
-          ¡Jovencito! En vez de estar perdiendo el tiempo, mejor ponte a trabajar. Ya nos tienes cansado con tus sermones baratos, acerca de lo que tenemos o no que hacer. ¿acaso quien eres?
-          Señora… Yo soy la Luz del Mundo.- respondió este, con mucha humildad y ternura.

-          ¡estás diciendo! ¡que te has creído, blasfemo de porquería! ¡debería agarrarte del brazo y llevarte donde el curita para que te apaleé y te enseñé que con esas cosas no se juega! ¡en vez de estar perdiendo tu juventud, produce como lo hacemos el resto de los mortales!
-          Veo que no has aprendido nada. Padre, perdónalos – dijo el joven, mirando al cielo-. No saben lo que hacen- y desapareció de la plaza, sin dejar rastro.

Un Par de Años Luz

Un Par de Años Luz
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A.E)




Hoy no te mentiré y desahogaré todo lo que nunca te dije. Cuando nos conocimos, yo era todavía un cabro chico, aunque tenía 19 años, me faltaba mucho para entender el mundo en que vivía. Tú, por otro lado, con tus 17 años, conocías más la vida. Muchas veces me quedé sorprendido con tu discurso de protesta y tu madures al hablar, mientras caminábamos por la Alameda. Tú, con tu pinta de colegiala, y yo con mi universitaria y alocada barba mal cuidada. Recuerdo que hablábamos siempre de un mundo mejor, de la igualdad, la libertad y la utopía. Siempre sonrío de nostalgia, al rememorar cuando me decías “mi barbón rockero”. Tal vez por eso, me dolió tanto cuando me dijiste “perdona, el amor se me acabó”. Realmente, no es fácil vivir, cuando las veinticuatro horas del día son lágrimas y lamentos, buscando explicaciones y echándome la culpa. ¿Cómo lo hacía para desaparecer tu aroma? ¿Cómo lo hacía para desaparecer el recuerdo de ese beso en la calle Baquedano? Finalmente me consolé, en que no hubo error. A ti se te pasó el amor.  A mí, nunca.

Conforme fueron pasando los años, las heridas mal cuidadas se transformaron en un gran revolver, que cada mañana producía más daño cerebral, cada vez más irreparable. Subir a las nubes y caer en libertad, para destruirme la mandíbula, era lo más cercano a lo que sentía. Al final de todos los días, ahí estaba yo, solo con mi soledad, en un rincón, leyendo libros de fábulas. Y ahí estabas tú, tan fuerte y libre, reencontrándote con tu destino. Amando a otro. Muy lejos de mí. A veces me tranquilizaba pensar, en que tú eras feliz.

Sin embargo, hoy después de un par de años luz, me citas para tomar café. Debo reconocer, que siempre fuiste buena para elegir donde tomar café y hoy no fue la excepción. Gracias por acordarte que me gusta el colombiano sin azúcar. Pero, tal vez esa es una de las pocas cosas que no han cambiando. Porque hoy no te mentiré. Yo cambie y cambie mucho. Desde un tiempo hasta esta parte, me vi en la obligación de cambiar para sobrevivir. Ya los libros de fábulas quedaron oxidados, lejanos en mi mente. Y me transformé en soldado. Cuando llegué, me miraste atónito. Ver al universitario de barba mal cuidada, ahora afeitado y vestido con uniforme gris, me imagino que te sorprendió. La primera vez que me vi en el espejo, vistiendo el uniforme del Ejército, también quedé atónito, y me puse a llorar de emoción. Me veía tan distinto, y con eso sepultaba muchas penas, que ahora son olvido. Creo que tal vez nunca dejé de amarte y de recordar tu canto de protesta, pero eso no me hace bien. Perdone que me levante y dejé este café. Sin embargo creo, que usted y yo, ya no nos conocemos.