lunes, 25 de junio de 2012

De un giro

De un giro
Por Ricardo Moena Rojas .
(Cad. II A.E.)

El sol golpeó mi rostro, lentamente abrí los ojos y unos veloces rayos de luz me cegaron.
Me causaron gran molestia y comencé a buscar protección conrtra tan desagradable sensación de aflicción y calor.
Bajo la imponente sombra de un pino, pude observar mi alrededor: un hermosa jungla  de frondosa vegetación me rodeaba, unas hermosas nubes adornaban el paisaje y uno que otro animal jugueteaba en los alrededores.
 Mi primera impresión fue de asombro, tan majestuoso era el lugar, pero en ese momento me pregunté: ¿qué hacía allí?
Durante mucho tiempo no encontré respuesta alguna.

 De pronto me comencé a sentir sueño, el cuerpo me pesaba cada vez más sólo un fuerte olor logró distraer mi atención. Solamente desapareció cuando de un solo mordisco desapareció en mi boca.
 No comprendía tal  comportamiento tan salvaje en mi, de pronto observe mi manos, estas eran mas largas y con uñas negras.

Una profunda sensación de confusión me invadió, tenia una cola muy larga, pelaje corto.
Tras pasar por un charco me pude observar, parecía un mono. De pronto los recuerdos volvieron a mí…
La noche anterior padecía en mi cama una grave enfermedad, mis hijos ya casados, y mis nietos con sus hijos, nadie se preocupaba por mí. Pasé mis últimas horas en una profunda soledad que me quebró el alma. En ese momento de agonía comencé a reflexionar, ¿Fui muy duro con mis hijos?  ¿Por qué tanto desprecio por un anciano?
Sin duda la vida me dio a tomar mi último trago amargo, una vida entera en soledad
Me había convertido en un “mico de noche”.

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