domingo, 14 de octubre de 2012

Septiembre


Septiembre
Por Angelo Magaña Suazo
(Cad. II A.E.)


Ya es primavera y se vive un ambiente “chilenizado” por los volantines, grupos  de amigos, humo de asados y música propia del folclor criollo.
La sed, el calor y el cansancio, los “ejercicios escuela”, el paso regular, los retos de mi comandante de compañía, revistas preparatorias, más paso regular…
Ya van dos años en que esta fecha se ha tornado para mí y mis compañeros  algo completamente diferente a cómo vivíamos y comprendíamos esta  época del año, tan especial para los nativos de  esta tierra llamada Chile, puesto que para el militar, esta época  significa un gran sacrificio tanto físico como mental.
Me encuentro firme ante la tribuna de honor del Parque O’Higgins junto a mi unidad de formación. Detrás de mí, logro escuchar a la gente disfrutando de un día despejado y celeste, en compañía de sus seres queridos.  Juegan en el parque con los niños, luchan entre ellos por lograr la supremacía de sus volantines en el cielo,  ríen y bailan al son de una buena cueca chilena .
Mis amigos patean la perra, al igual que yo,  a causa de ese despiadado casco que presiona nuestros cráneos y que parece horno. No sé en qué pensaron los antiguos prusianos. ¿Acaso no se querían a ellos mismos? Al mismo tiempo el sol golpea nuestras mejillas y la rodilla empieza a joder por el desgaste de la semana de preparaciones recién pasada.
Es impresionante el número de ventrílocuos profesionales que podrían salir de las filas de la Escuela Militar. La gente no lo nota, pero todo aquel que ha vivido las formaciones de este Alcázar y que pertenece a él, sabe que dentro de esa compañía de formación estoica que la gente ve, recorren todo tipo de comentarios y recordatorios entre los cadetes y sub-Alféreces. “Ahora se siguen las vistas”, “mira esa mina…” “¿ese es tu papá?”, “ya queda poco”, etc.  Y todo esto con la vista al frente y sin mover la boca.
-“¿Qué le pasa a Muñoz?” – preguntó un cadete de la tercera escuadra.
-“Se siente mal, dice que el pan con jamón y queso que nos dieron le jodió la guata” – respondió el cadete que se encontraba al otro lado de Muñoz
-“Oye viejo, ¿queri’ vomitar? - Pregunta el primer cadete a Muñoz.
Luego de esto seguí escuchando susurros pero ya no lograba entender lo que decían. Supuse que algo se les iba a ocurrir y sentí lástima por el mal momento de mi compañero, aunque no pude evitar pensar que siempre hay un compadre más jodido que uno.
Independientemente de  los pormenores , hay algo que me hace parecer distinto a toda la gente que muy merecidamente disfruta de su día libre. Frente a mi flamea el tricolor más hermoso  de todos y  los cadetes lo llevan en el corazón y dentro de su guerrera azul. Presentarme frente a ella en nuestra tenida más elegante me llena de orgullo. Más aun cuando en marcha de calle vamos viendo  el rostro de la gente, de nuestros familiares que nos graban con sus cámaras y nos fotografían. Lanzan gritos de aliento hacia nosotros y nos agradecen lo que hacemos. “Esa es la paga del militar que siente la vocación de servicio a la sociedad, el que no se emocione con  esto, caballeros, se equivocó de lugar”, suele decirnos mi capitán.
Frente a la ciudadanía, puedo decir esto porque soy testigo y participante a la vez, no solo se le erizan los pelos a mis compañeros, sino que lagrimas de emoción brotan de sus ojos y sus rostros reflejan el sentimiento de verse pagados por el cariño de la gente. Y la pateadura de perra colectiva se desvanece gracias a eso.
Quizás seamos muy jóvenes para hablar de patriotismo y llenarnos la boca de frases inmortalizadas en bronce que tanto les gusta a los viejos repetir. Pero si hay algo que me queda claro, es que si hay un momento en donde nace el patriotismo, es cuando una persona lo entrega todo por sus pares sin un pensamiento de retribución alguna, y lo hace pensando en el bien colectivo, en la empatía. Personalmente, entiendo la Parada Militar de esta forma. Sé que hay gente que vibra viendo a los soldados de su patria mostrarse ante ellos con la disciplina impecable que siempre ha tenido las fuerzas armadas de Chile y que nuestras familias esperan, con más ansias que nosotros, vernos desfilar en esa tribuna de honor donde miles de soldados de antaño y presente han pasado, y seguirán pasando.
Entonces mientras sigo firme viendo la montaña rusa del parque de diversiones que tengo al frente, intento concentrarme en no patear la perra, disfrutar el momento dentro de lo que se pueda y en entregar todo en este 19 de septiembre.

3 comentarios:

  1. Un humilde comentario. Fui parte por muy poco tiempo de la Escuela Militar...la verdad es que el haberme retirado hace casi 12 años, es una decisión que hasta el día de hoy lamento. De vez en cuando tengo sueños donde me veo volviendo al alcázar, pisando la escalera subiendo al hall principal, recorriendo las cuadras...hasta haciendo imaginarias como me tocó en una oportunidad por no haber doblado hacia adentro las mangas cortas de mi pijamas...en fin, producto de mi inmadurez resolví optar por lo menos complicado y retirarme, y no es que me haya ido mal, tengo un tremendo trabajo, hoy debiera ser teniente pero gano el sueldo de un coronel, pero esto da lo mismo, no entré por el dinero...la verdad es que lo único que justifica el que me haya retirado, es contar con un hijo increíble que Dios me dió...en fin, vueltas de la vida. Disfruten el día a día, gozenlo, porque la vida de civil es cién veces peor a la del militar en tiempos de paz. Mucha fuerza!

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  2. Interesante texto. Felicitaciones!

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