sábado, 13 de octubre de 2012

Una Mesa y Cinco Hombres

Una mesa y cinco hombres
Por Alfredo Martínez Hidalgo
(Cad. II A.E)

Solo había una mesa y cinco hombres. El primero de ellos, con una maleta en la mano, dijo:
- Lo importante en una sociedad es su sistema económico. Si tenemos un buen sistema, podremos controlar la inflación, el desempleo, la tasa de interés. Por lo tanto, debemos darle más importancia a los factores productivos, el precio, la demanda y la oferta…

De pronto, un segundo hombre, ahora con la Constitución Política de la República bajo el brazo, frunció el ceño e interrumpió:
- Tú estás profundamente equivocado. Lo fundamental en una sociedad son sus leyes, que representan los ideales irrenunciables de la forma en la cual deseamos vivir. La economía debe subordinarse a las leyes y las leyes deben gobernar al mundo.

En seguida, un hombre de terno y una franja tricolor que le atravesaba el tren superior de su cuerpo, se levantó furioso y expuso:
- Ambos están errados. La política debe gobernar a la sociedad, porque la política representa los sueños y necesidades de las sociedades, es por esta razón que la política crea las leyes y aplica la economía.

Una vez terminada su elocución, se produjo un silencio sepulcral. Pero un hombre vestido de negro, con un crucifijo en la palma de su mano, miró al resto de las personas de la mesa y replicó:
- La religión debe gobernar la sociedad. Porque es el único código moral que regula el correcto comportamiento entre los integrantes de una comunidad. Sin religión todo sería caos, anarquía y depravación.

Todos miraron al quinto hombre, esperando que también interviniera. Era de aspecto sencillo y humilde. Hasta que de pronto se levantó de su silla y dijo:
- La sociedad debe ser gobernada por las personas.

Se sentó. Todos se miraron. Reinaba un silencio absoluto. Nadie se atrevió a rebatir esa idea.

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