Psico-fóbia
Por Angelo Magaña Suazo
(CAD. II A.E)
En la soledad de
las profundidades se esconde un extraño ser. Mitad monstruo, mitad humano.
Observa y examina su entorno y no experimenta miedo alguno a la hora de elegir
su víctima.
Él no conoce la compasión, ni la
delicadeza, ni la sobriedad, ni mucho menos la empatía cuando realiza sus
actos.
Él está colmado de ira y rabia, de
desdicha y rencor.
Él no tiene miedo a matar, es más,
incluso le es indiferente.
Matar a ese indefenso ser y luego
esconderlo minuciosamente para evitar pruebas que lo culpen.
Matar a ese otro ser que tanto lo amó
durante años y al cuál le prometió un amor eterno en el altar... pero ella
terminó dentro de un cajón en las
profundidades del lago de la familia.
Y por ultimo, asesinar a la persona que
le dio la vida, lo vio crecer y le brindó su cariño y su propia vida.
Sin embargo él sigue ahí, y no parece
estar en absoluto arrepentido. Si la
esquizofrenia y la droga no existieran, esto no se podría explicar sin mencionar al diablo.
El ser humano es tan manipulable y tan
vulnerable por las sustancias terrenales que es capaz de cometer los actos más
ruines y macabros, tan horrorosos que ni
la mente los puede imaginar.
Sin embargo él sigue ahí, con su chaleco
de fuerza en su habitación acolchada.
A veces
suele gritarle a Dios y otras veces le
grita a Satán. Si la droga no existiese nada de esto hubiera
ocurrido.
Yo que tengo que resignarme a tratar con él… Aun siento miedo,
cuando pienso en lo que le hizo a su familia.
Sin embargo él sigue ahí, en la soledad
y la profundidad de su habitación.
Pero no tengo por qué quejarme, después de todo, fue mi
elección trabajar en este siquiátrico.
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