Dulcemente me hipnotizas, de forma lenta, en esta noche miserable. ¿Así
que has venido a buscarme? Mientras te internas en mis pesadillas más
profundas, me haces caer en cámara lenta, a los abismos de la locura onírica.
Te ves tan frágil y débil. Tan vulnerable e inocente. Mas, en tus sueños más
infinitos, las mordeduras y el sonido coordinado, producto de los roces de la
piel, me generan una sensación
extraña en esta noche de luna llena. La conciencia a ratos me dice que estoy
condenado. Mi cuerpo es el sacrificio y mi espíritu pronto lo será. Por favor,
resísteme y aléjame. El éxtasis me domina. Alimentado por el fuego interno, me trastornas
y me excita el deseo de estar viviendo un mal sueño, del cual me rehusó a
despertar.
Dulcemente me hipnotizas, de forma lenta, oscuro
ángel del pecado. De forma tan sutil me hundes en las fauces de mi cama,
amarrando mis extremidades, secuestrándome, arrestándome, mordiéndome y
profusamente dejando caer la nube seductora del vapor de tu voz, cerca de mi
oreja derecha. Es todo tan adictivo. Sin embargo, no me puedo resistir a ese
toque de maldad, que no se repetirá, ni un mañana ni un ayer. Las pesadillas se
vuelven tan reales en la profundidad de nuestra tenebrosa magia oscura
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